Como puede apreciarse, el panorama general es realmente complicado. Pero, en esto Anthony Sutton tiene una gran virtud: se atiene a la documentacin concreta, verificable y confirmada, de la poca. La obra est literalmente sembrada de citas textuales de documentos obtenidos de los archivos del Departamento de Estado de los EE.UU., del Senado y del Congreso norteamericano, de la Inteligencia britnica y de otras fuentes similarmente slidas. No es, por cierto, una obra especulativa y prcticamente cada afirmacin est respaldada por lo que Sutton mismo denomina "hard facts", "hechos duros", o pruebas concretas.
En primer lugar, hay que tener presente que en poltica nunca todo est documentado. En parte porque, como cualquier poltico sabe, existen cosas que sencillamente no se pueden (o no se deben) documentar. Nadie en su sano juicio firma un recibo por un soborno; rara vez se pone por escrito una orden para ejecutar una salvajada; a veces las ordenes puestas por escrito no parecen tan tremendas y las convierten en salvajadas quienes las ejecutan; las conspiraciones (que las hay, sin que eso necesariamente signifique caer en "teoras conspirativas" genricas) por regla general, o bien no se documentan, o bien hasta se documentan mal a propsito; hay insinuaciones, sugerencias, indicaciones, guios entre cmplices, que estn ms all de cualquier documento y despus de ms de medio siglo se vuelven indemostrables si uno se empecina en atenerse exclusivamente a esos "hard facts".
Adems - y con esto no pretendo hacerle creer a nadie que he descubierto una novedad - los polticos mienten. No es en absoluto raro hallar que aquello que escribieron o dijeron se encuentra en las antpodas de lo que, al final, terminaron haciendo. Y muchas veces, an cuando no mienta descaradamente, el poltico se ve obligado por las circunstancias e incluso por sus propios enemigos a actuar en contra de sus ms ntimas y firmes convicciones. Y, para colmo, las convicciones tampoco son algo forzosamente invariable a lo largo de la vida de una persona.