En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurran en plcida opulencia. Los Ralston eran una de ellas. Los enrgicos britnicos y los rubicundos y robustos holandeses se haban mezclado entre ellos dando lugar a una sociedad prspera, cauta y, pese a ello, boyante. Hacer las cosas a lo grande haba sido la mxima de aquel mundo tan previsor, erigido sobre la fortuna de banqueros, comerciantes de Indias, constructores y navieros. Aquellas gentes parsimoniosas y bien nutridas, a quienes los europeos tildaban de irritables y disppticas solo porque los caprichos del clima les haban exonerado de carnes superfluas y afilado los nervios, vivan en una apacible molicie cuya superficie jams se vea alterada por los srdidos dramas que eventualmente se escenificaban entre las clases inferiores. Por aquellos das, las almas sensibles eran como teclados mudos sobre los cuales tocaba el destino una meloda inaudible. Los Ralston y sus ramificaciones ocupaban una de las reas ms extensas dentro de aquella sociedad compacta de barrios slidamente construidos. Los Ralston pertenecan a la clase media de origen ingls. No haban llegado a las colonias para morir por un credo, sino para vivir de una cuenta bancaria. El resultado haba superado sus expectativas y su religin se haba teido de xito. El espritu de compromiso que haba encumbrado a los Ralston encajaba a la perfeccin con una Iglesia de Inglaterra edulcorada que, bajo la conciliadora designacin de Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de Amrica, suprima las alusiones impdicas de las ceremonias nupciales, omita los pasajes conminatorios del Credo atanasiano y entenda ms decoroso rezar el padrenuestro dirigindose al Padre mediante el arcaizante pronombre vos. Extensivo a todo el clan era el rechazo sistemtico a las religiones incipientes y a la gente sin referencias. Institucionales hasta la mdula, constituan el elemento conservador que sustenta a las sociedades
En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurran en plcida opulencia. Los Ralston eran una de ellas. Los enrgicos britnicos y los rubicundos y robustos holandeses se haban mezclado entre ellos dando lugar a una sociedad prspera, cauta y, pese a ello, boyante. Hacer las cosas a lo grande haba sido la mxima de aquel mundo tan previsor, erigido sobre la fortuna de banqueros, comerciantes de Indias, constructores y navieros. Aquellas gentes parsimoniosas y bien nutridas, a quienes los europeos tildaban de irritables y disppticas solo porque los caprichos del clima les haban exonerado de carnes superfluas y afilado los nervios, vivan en una apacible molicie cuya superficie jams se vea alterada por los srdidos dramas que eventualmente se escenificaban entre las clases inferiores. Por aquellos das, las almas sensibles eran como teclados mudos sobre los cuales tocaba el destino una meloda inaudible. Los Ralston y sus ramificaciones ocupaban una de las reas ms extensas dentro de aquella sociedad compacta de barrios slidamente construidos. Los Ralston pertenecan a la clase media de origen ingls. No haban llegado a las colonias para morir por un credo, sino para vivir de una cuenta bancaria. El resultado haba superado sus expectativas y su religin se haba teido de xito. El espritu de compromiso que haba encumbrado a los Ralston encajaba a la perfeccin con una Iglesia de Inglaterra edulcorada que, bajo la conciliadora designacin de Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de Amrica, suprima las alusiones impdicas de las ceremonias nupciales, omita los pasajes conminatorios del Credo atanasiano y entenda ms decoroso rezar el padrenuestro dirigindose al Padre mediante el arcaizante pronombre vos. Extensivo a todo el clan era el rechazo sistemtico a las religiones incipientes y a la gente sin referencias. Institucionales hasta la mdula, constituan el elemento conservador que sustenta a las sociedades