Al tender en el siglo XVI una mirada filosfico por todos los continentes europeos, por todo el antiguo mundo, el alma del hombre sensible se reconcentra melanclicamente, y su corazn late agitado. No era slo en Espaa donde se sintiera con horror, entre el crujido de las armas sarracenas, el duro yugo del feudalismo, y despus la tirana de los reyes; no slo las comarcas espaolas se estremecieran al contemplar las espantosas escenas con que el negro fanatismo ensangrentara la pura y dulce religin de Jess; el antiguo mundo envuelto en densas tinieblas de ignorancia, presentaba por do quiera el ms desconsolador espectculo; y graduar la conducta de los hombres pblicos de aquella triste poca, por la moralidad y filosofa de nuestro siglo, sera incurrir en gravsimos errores. El hroe ms eminente del siglo XVI, sera el que ms en heroico grado poseyera el fanatismo religioso de su poca, junto con el feroz arrojo personal en los combates.
Al tender en el siglo XVI una mirada filosfico por todos los continentes europeos, por todo el antiguo mundo, el alma del hombre sensible se reconcentra melanclicamente, y su corazn late agitado. No era slo en Espaa donde se sintiera con horror, entre el crujido de las armas sarracenas, el duro yugo del feudalismo, y despus la tirana de los reyes; no slo las comarcas espaolas se estremecieran al contemplar las espantosas escenas con que el negro fanatismo ensangrentara la pura y dulce religin de Jess; el antiguo mundo envuelto en densas tinieblas de ignorancia, presentaba por do quiera el ms desconsolador espectculo; y graduar la conducta de los hombres pblicos de aquella triste poca, por la moralidad y filosofa de nuestro siglo, sera incurrir en gravsimos errores. El hroe ms eminente del siglo XVI, sera el que ms en heroico grado poseyera el fanatismo religioso de su poca, junto con el feroz arrojo personal en los combates.
Al tender en el siglo XVI una mirada filosfico por todos los continentes europeos, por todo el antiguo mundo, el alma del hombre sensible se reconcentra melanclicamente, y su corazn late agitado. No era slo en Espaa donde se sintiera con horror, entre el crujido de las armas sarracenas, el duro yugo del feudalismo, y despus la tirana de los reyes; no slo las comarcas espaolas se estremecieran al contemplar las espantosas escenas con que el negro fanatismo ensangrentara la pura y dulce religin de Jess; el antiguo mundo envuelto en densas tinieblas de ignorancia, presentaba por do quiera el ms desconsolador espectculo; y graduar la conducta de los hombres pblicos de aquella triste poca, por la moralidad y filosofa de nuestro siglo, sera incurrir en gravsimos errores. El hroe ms eminente del siglo XVI, sera el que ms en heroico grado poseyera el fanatismo religioso de su poca, junto con el feroz arrojo personal en los combates.
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