Vasili Rzanov es el ms distinto de los escritores rusos de principios del siglo xx. Un raro, se dira. Tambin un gran reaccionario, un grafmano, un hombre a caballo entre dos mundos y corriendo al galope hacia el que quera inventarse. En Motivos orientales est todo Rzanov, como todo l est en cada uno de sus libros armados con la carpintera ms delirante de la delirante Rusia: Hojarasca, En el mundo de lo oscuro y lo irresuelto o Solitaria. El eco de la muerte, no obstante, el inminente susto de la muerte confrontado con la alegre visitacin del origen de la civilizacin en la cuenca del Nilo es, en este breve volumen, de una belleza tan conmovedora como alucinante. Motivos orientales es uno de los ltimos libros de Rzanov. En ese estruendo final, tan solo se lo podra equiparar con El apocalipsis de nuestro tiempo, la obra de un cadver que observa el calendario pisoteado por los hombres. Ese hombre mir antes al origen, al lirio agitado por la brisa, dej dicho que no se renda, porque haba un destino que escribirle al mundo. Un destino que, vaya mala pasada!, era a la vez pretrito y sentencia. [Jorge Ferrer]
Vasili Rzanov es el ms distinto de los escritores rusos de principios del siglo xx. Un raro, se dira. Tambin un gran reaccionario, un grafmano, un hombre a caballo entre dos mundos y corriendo al galope hacia el que quera inventarse. En Motivos orientales est todo Rzanov, como todo l est en cada uno de sus libros armados con la carpintera ms delirante de la delirante Rusia: Hojarasca, En el mundo de lo oscuro y lo irresuelto o Solitaria. El eco de la muerte, no obstante, el inminente susto de la muerte confrontado con la alegre visitacin del origen de la civilizacin en la cuenca del Nilo es, en este breve volumen, de una belleza tan conmovedora como alucinante. Motivos orientales es uno de los ltimos libros de Rzanov. En ese estruendo final, tan solo se lo podra equiparar con El apocalipsis de nuestro tiempo, la obra de un cadver que observa el calendario pisoteado por los hombres. Ese hombre mir antes al origen, al lirio agitado por la brisa, dej dicho que no se renda, porque haba un destino que escribirle al mundo. Un destino que, vaya mala pasada!, era a la vez pretrito y sentencia. [Jorge Ferrer]