Fue el prisionero número 7 de Spandau, la cárcel situada en la parte más occidental de Berlín. Tras los barrotes, únicamente una cifra. Como lo fueron los millares de víctimas del régimen al que veneró con convicción hasta su muerte, un 17 de agosto de 1987. Su nombre era Rudolf Hess, nada menos que lugarteniente de Hitler hasta 1941. O al menos de eso estaban seguros sus captores, porque durante la friolera de 80 años se mantuvo en el aire una retorcida teoría de la conspiración.
Sus defensores afirmaban que aquel hombre encerrado en la capital alemana no era el mismo que compartió encierro con Hitler en Landsberg y quien le mecanografió cada una de las venenosas palabras de su testamento político, Mein Kampf. No, aseguraban sin titubeos que se trataba…
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Enigmas (Digital) - 1 Issue, Marzo 2019