Las peregrinaciones a Luján se suceden desde el comienzo, desde que la Virgen se quedó a la orilla del río. Desde los primitivos tiempos eran multitudes las que llegaban al Santuario de Luján, para pedir o agradecer por el bien de la comunidad como por las necesidades particulares de cada uno de los fieles.
Ya en 1681 –según el historiador Maqueda– ya se veneraba la imagen vestida. El padre De Los Ríos, en una visita canónica a Luján en 1737, dispone que cada tres meses se renovara el vestuario de la Virgen.
Con respecto a ese hecho milagroso, decía en 1728, el Obispo Pedro Fajardo: “A la Capilla de Nuestra Señora de Luján concurren muchas personas los días festivos, a oír misa, confesar y comulgar, como si fuera en una…
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Astrodestino (Digital) - 1 Issue, Fasciculo 8 - 2024