La brisa marina se siente fuerte cuando se pedalea por cualquiera de los senderos transitables–ojo, solo son accesibles a pie o en bicicleta–que recorren el Parque Natural de S’Albufera, señal de que el mar se halla muy próximo. Con las manos aferradas al manillar, recorrer esas pistas, en algunos tramos semiengullidas por la naturaleza y los juncos, debería ser considerado deporte local.
Estas pinceladas demuestran lo salvaje de un paraje de indescriptible belleza. Dos mil hectáreas de terreno a las que se accede por el pont dels Anglesos (puente de los Ingleses) y en el que encuentran refugio innumerables especies de animales y plantas autóctonas, como el carrizo o la masiega, el calopet, el galápago europeo o la culebra viperina. La increíble biodiversidad del lugar, que alberga el humedal más…
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¡hola! Especial Viajes (Digital) - 1 Issue, No. 16019