El sol del amanecer es apenas una promesa en el horizonte, pero hace rato que en la granja ha dado comienzo una nueva jornada. Toca atender a los animales, preparar el desayuno y organizar todas las tareas de un nuevo día en la montaña. El aroma a pan recién horneado inunda todas las estancias, y cuando empieza a clarear, en el exterior se adivinan prados ondulados y cumbres pintadas de blanco que se elevan hacia el cielo. La estampa no es muy diferente a la que se ha repetido durante siglos en los bucólicos valles alpinos del Tirol. Sin embargo, ahora hay un elemento inédito: los turistas. Y es que en este pequeño estado austriaco de paisajes espectaculares, un buen número de granjas han abierto sus puertas a unos visitantes…
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¡hola! Especial Viajes (Digital) - 1 Issue, No. 16019