Nuestro cerebro almacena recuerdos, ajenos a menudo a nuestra propia voluntad, que hacen que los lugares que hemos visitado regresen a nuestra cabeza matizados por la caprichosa memoria. Siempre recordaré en una de mis primeras visitas a la Alhambra un comentario que escuché a un guía que conducía a un grupo de turistas. Estaban en el palacio de Comares y bajo el rumor del agua les preguntó qué creían ellos que habrían sentido los Reyes Católicos la primera vez que entraron en el recinto nazarí aquel enero de 1492. La pregunta quedó flotando en el aire. Todos permanecían callados hasta que el mismo guía la contestó: «El primer sentimiento debió de ser impactante, una mezcla de asombro y fascinación que no olvidarían nunca». Es algo en lo que coincide totalmente…
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¡hola! Especial Viajes (Digital) - 1 Issue, No. 16019