A Caravaca de la Cruz, como a Roma o a Santiago, llevan todos los caminos. Hay nada menos que ocho, de hasta 156 kilómetros. Pero el peregrino que sabe elige el Camino de Levante (Orihuela-Caravaca), que es el más bonito y entretenido. Y no lo hace entero, sino solo el último tramo, los 21 kilómetros que van de Bullas a la ciudad santa, siguiendo, sin apenas esfuerzo, la vía llanísima de un antiguo tren. La indulgencia plenaria la obtiene cualquiera que llegue al santuario de la Vera Cruz, que rece por la paz del mundo y las intenciones del papa y que, al volver a casa, se confiese y comulgue.
Un viticultor de bronce pisando uvas nos recibe en la plaza de España, la mayor de Bullas, y en la…
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¡hola! Especial Viajes (Digital) - 1 Issue, No. 16019