Al dejar atrás la ciudad costera de La Serena, la carreterita que de espaldas al Pacífico enfila hacia los Andes se corona por unos cielos de «pura nube». Matemáticamente. Sin embargo, la panza de burro se desvanece 30 kilómetros tierra adentro y un azul tecnicolor comienza a sobrevolar por encima de los cerros cobrizos y pelados del valle de Elqui. Forrados muchos de ellos por inmensos cactus candelabro, a cada lado del asfalto van aflorando los primeros carteles hacia la Ruta de las Estrellas y los primeros viñedos de moscatel, pedro ximénez y torontel, la única variedad criolla para el pisco.
El río Elqui y el embalse Puclaro hacen posible que estas geografías predesérticas estallen de verdor con sus plantaciones de cítricos y hortalizas, chirimoyas, aguacates y papayas, pero, sobre…
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¡hola! Especial Viajes (Digital) - 1 Issue, No. 16020